Procida, la más pequeña de las islas del Golfo de Nápoles (sólo 4km2 de extensión a pesar de sus 10 mil habitantes) nunca ha sido hechizada por el espejismo del turismo de masas.

Fue una verdadera sorpresa que fuera elegida como la Capital de la cultura 2022, ya que ha logrado imponerse a grandes ciudades de arte, mucho más organizadas, gracias a una densa red de relaciones públicas y privadas. Pero la tradición marítima milenaria de la isla también ha jugado un papel crucial. Atención al mar - y por tanto al medio ambiente que lo rodea - que convierte a Procida en el abanderado natural de un ecologismo ante litteram.

“Al presentar nuestro dossier - explica Titta Lubrano, concejala de Medio Ambiente del municipio de Procida - nos centramos en la gestión eco-sostenible de todas las actividades culturales del evento Procida 2022”. 

Desde hace algunos años, mucho antes de que la Unión Europea prohibiera los plásticos de un solo uso, la administración municipal de Procida había activado una política para combatir el uso del plástico en eventos públicos y comedores escolares. Y siempre en las escuelas se habían entregado cientos de botellas de agua de aluminio para evitar la compra de botellas de agua.

“Estas acciones tienen un doble valor. Más que el acto concreto, nos interesa que los niños interioricen la idea de que pueden vivir una vida ligera desde el punto de vista medioambiental. Centrarse en los más pequeños tiene sentido, porque son ellos quienes mejor que los adultos entienden la importancia de cuidar el medio ambiente y sobre todo porque son ellos los que luego rompen las reglas en casa sobre la necesidad de actuar de forma eco-sostenible. ".

Un mar que hay que proteger a toda costa

Caminando por el muelle de Corricella -la franja de tierra con las icónicas casas de colores que surgen a un metro del mar- entendemos que en la isla los conceptos de medio ambiente y mar son intercambiables. El mar, explica Titta Lubrano, para la gente de Procida es como un líquido amniótico: “Por un lado nos protege, por otro nos conecta con el mundo exterior. Por eso, el mar para nosotros es algo a proteger a toda costa”.

La tierra siempre ha ofrecido poco a la gente de Procida. Por eso se volvieron en masa hacia el mar. Históricamente, la economía de la isla se basó en solo dos profesiones: el pescador y el marinero. Y demostrando la vocación marinera de la isla está el instituto náutico de Procida, el más antiguo de Europa. Fundada en 1833, desde hace más de un siglo ha formado capitanes, maquinistas y diversos profesionales relacionados con el mundo de la navegación.

Marineros

Incluso hoy, a pesar de que mucho ha cambiado en la isla, la profesión más popular es "el navegante", como lo llaman los habitantes de Procida. “Muchos son capitanes de cruceros - explica Pietro Parascandola, capitán de un yate privado - otros trabajan en barcos mercantes y otros, como yo, en barcos privados.

Esto significa que la gente de Procida viaja mucho y por eso creo que están particularmente abiertos a las diferencias y contaminaciones ”. Quizás sea toda la decisión del comité promotor de elegir “La cultura no aísla” como título de la candidatura de Procida.

“Estar en el mar la mayor parte del tiempo - continúa Parascandola - también significa que tenemos una visión más clara de lo que está sucediendo en nuestros océanos. El mar está lleno de plástico. Lo único que podemos hacer para salvarlo es aprender a vivir sin él".